Así comienza "Días de hielo y fuego"
"París sigue allí, esperándole.
Tras ocho años de ausencia, las calles estrechas y ruidosas de Montmartre, los sucios e inquietantes márgenes del Sena en los que la vida y la muerte siempre están de la mano, le dan la bienvenida.
Necesita saborear a solas las sensaciones del reencuentro, por lo que ordena al cochero detenerse en una fonda y bajar los dos pequeños y desgastados baúles de cuero. Así, apenas negocia la estancia con Madame René, la posadera, sale a las calles, sin siquiera cambiarse la ropa polvorienta del viaje.
Tiene hambre de París, la ciudad más dulce y más amarga. Aquella que apresó su juventud, cual vampiro que arrebata la vida ofreciendo a cambio el placer más intenso. La ciudad en la que lo tuvo todo, la ciudad que le condenó a vagar, sin alma."
"París sigue allí, esperándole.
Tras ocho años de ausencia, las calles estrechas y ruidosas de Montmartre, los sucios e inquietantes márgenes del Sena en los que la vida y la muerte siempre están de la mano, le dan la bienvenida.
Necesita saborear a solas las sensaciones del reencuentro, por lo que ordena al cochero detenerse en una fonda y bajar los dos pequeños y desgastados baúles de cuero. Así, apenas negocia la estancia con Madame René, la posadera, sale a las calles, sin siquiera cambiarse la ropa polvorienta del viaje.
Tiene hambre de París, la ciudad más dulce y más amarga. Aquella que apresó su juventud, cual vampiro que arrebata la vida ofreciendo a cambio el placer más intenso. La ciudad en la que lo tuvo todo, la ciudad que le condenó a vagar, sin alma."